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Irma la sirena

Apenados por la visión que tubo lugar ante nuestros ojos, la desaparición de la urbanita Irma, de vez en cuando nos acercábamos a la playa. Debía ser que un sexto sentido nos susurraba que no había muerto, que en algún lugar seguía existiendo.
Un día como otro cualquiera, o eso pensábamos, cuando dábamos el habitual paseo por la playa a lo lejos discernimos una silueta. Allí estaba, entre las rocas descubiertas por una marea que había abandonado temporalmente sus posesiones.
No la reconocimos al principio primero por la sorpresa y el asombro, y en segundo lugar por que su pelo ya no era el mismo, pero sus facciones la delataban, era Irma convertida en sirena.
El dios del mar, Poseidón, quedo prendado de su belleza y decidió evitar su muerte en el mar. La convirtió en una de sus tantas hijas que habitaban las profundidades de su reino. Su pelo y sus ojos oscuros como la fosa donde habitaba, la piel blanca como la espuma por la falta de sol, el cual solo contemplaba cuando se asomaba a la superficie para reposar sobre las rocas. A las sirenas novatas, siempre les llamaba la atención la parte terrestre por un pasado reciente que todavía no habían olvidado del todo. 
Esa fue nuestra suerte, pues al acercarnos no sintió miedo sino una extraña sensación de familiaridad. Empezamos a hablar recordándola cosas de su vida pasada mientras la fotografiábamos, disfrutaba de la situación demostrando una gran coquetería.
Cada poco tenia que sumergirse en el agua para que su piel y sus escamas no sufrieran en la superficie, así pudimos hacerla espectaculares fotografías mientras nadaba en el agua. Sus escamas eran azuladas con tonos grisáceos, una cola preciosa y una gracia única para moverse debajo del agua. Cuando nos mostró su espalda, allí donde acababa empezaba la espectacular cola, era mas impresionante aun por su parte posterior. Sus manos estaban transformadas para facilitar su avance en el agua, viéndose entre los dedos una fina membrana que la ayudaba a impulsarse con más eficiencia. Era un espectáculo verla, pero el tiempo se acaba y se acercaba la gran pregunta: ¿Estaría dispuesta a venirse con nosotros, a volver al mundo al cual perteneció alguna vez?
Nos sorprendió la rapidez con la que se decidió a venirse con nosotros. Ella ansiaba saber quien había sido y como era nuestro mundo el cual apenas recordaba.
En una bolsa cual pez, se vino a casa...sacamos moldes de su cuerpo y rostro y creamos la sirena Irma.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado...

Siliconedolls.

Irma la sirena de Elena Artamonova.
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